La fotoprotección desde dentro

Desde hace unos años, todos somos mucho más conscientes de la incidencia de las radiaciones solares en la piel. El creciente número de casos de cáncer cutáneo, el cambio climático o la llegada de la época estival nos obligan a tener en cuenta los efectos más perjudiciales de los rayos UVA y UVB. Por otro lado, los hallazgos de las diferentes investigaciones que se han desarrollado y se siguen realizando en el ámbito de los productos de fotoprotectores solares, continúan dando unos resultados sorprendentes.

Atrás queda el uso de aceite corporal para broncear la piel (hemos conseguido darnos cuenta de que en realidad afecta muy negativamente a la piel) y otros productos como la Coca-Cola o la crema de zanahoria. Empezamos a utilizar gafas de sol que protegen de las radiaciones solares, sombreros, incluso ropa con SPF. Pero, ¿qué sucede cuando no disponemos de alguno de éstos?

Ya sabemos que, mientras protegemos correctamente ciertas zonas del cuerpo como los brazos y el tronco, otras quedan desprotegidas por una mala aplicación del fotoprotector, como las piernas, los pies o la cara. Y por si fuese poco, hay partes que ni siquiera tenemos en cuenta, como las orejas. Además, los rayos del sol también afectan al cabello y la mucosa ocular. ¿Qué podemos hacer en estos casos?

¿Sabías que desde hace años existen fotoprotectores orales? Con una cápsula al día, conseguimos proteger aquellas zonas del cuerpo a las que no llega el fotoprotector tópico. Eso sí, no es un sustituto, sino un complemento. Con una cápsula diaria antes de la exposición al sol y aplicando un fotoprotector tópico adecuado para el fototipo de tu piel, conseguirás una protección completa frente a las agresiones de las radiaciones ultravioleta.

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